La banda neoyorkina presenta su álbum homónimo.
Sobrios trajes negros, guitarras de centelleos alargados, un bajista digno de novela y un sonido que lo mismo provoca declaraciones incendiarias de amor que de odio. Todo esto se reúne en un paquete llamado Interpol, banda que luego de haber pasado por adicciones, recuperaciones, proyectos alternos, un disco previo que a pesar de algunos éxitos no tuvo suerte con la crítica y los fans y, todavía más importante, la salida de su bajista, regresa por sus fueros en este 2010 para recuperar su lugar como una de las bandas más cool de Nueva York.
Interpol no es una continuación de su anterior placa. Afortunadamente la experimentación orquestal y la ligereza de las notas han sido superadas en favor de la obscuridad que ocupaba su producción debut, aunque complementada por una nueva crudeza que da como resultado un sonido mucho más duro y lleno de contrastes, que recuerda en sus mejores momentos a bandas como The Cure, pero sin perder su propia personalidad.
En este álbum también se nota el espíritu experimental del proyecto alterno de Sam Fogarino y el multifacético del Plenti de Banks. Pero la reina es la guitarra de Daniel Kessler, el hombre responsable de dar forma al sonido de Interpol y que en esta oportunidad toma el protagónico, iniciando casi todas las canciones con notas sostenidas y cacofónicas que sirven para darle estructura y ritmo a cada tema.
Así de hecho comienza “Success”, el track que abre este disco y en el que se mezcla tanto el sonido obscuro de su primera producción, como el ritmo a medio tiempo de OLTA. Esta canción es además un perfecto ejemplo de otra de las particularidades del sonido del ahora trío neoyorquino en esta producción, es decir, el uso de capas superpuestas, en las que se conjugan el sintetizador, la batería, voces y coros en varios tonos y una sección rítmica consistente para crear texturas diversas y retacadas.
El siguiente tema, “Memory Serves”, se sostiene en un ritmo lento y sombrío nuevamente cortesía de Kessler, ritmo que es complementado por la voz de Banks en diversos matices y una batería precisa. Aquí hay que decir que la sección rítmica de esta banda siempre ha sido uno de sus grandes dones, sin embargo, en esta oportunidad se nota un poco disminuida. Y es que mientras Sam Fogarino sigue imbatible detrás la batería, el bajo de Dengler ya parece estar anunciando la despedida, pues aunque cumple a cabalidad en la mayoría de las canciones, no brilla como antaño.
De hecho, es hasta el tercer tema “Summer Well”, que sale a escena para marcar el punto de inicio, darle el ritmo a los lamentos de Banks y crear así uno de los mejores temas de la placa.
A esta le siguen los dos primeros sencillos de la producción. El primero, “Lights”, retoma la tradición obscura de TOTBL, sólo que con una sobrecapa de coros y un ritmo contenido que crece de pronto hacía el final de la canción, mostrando que a pesar de todo la agrupación es capaz de crear un tema efectivo sin que esto signifique tomar la salida fácil.
Otra cosa curiosa en este álbum es la definitiva falta de ganchos radiales. La mayoría de las canciones son mucho más lentas que en anteriores intentos, y si bien cuentan con la clásica estructura de verso-coro-verso, la parte media parece confundirse y perderse dentro de las capas de instrumentos y los ritmos acompasados. Una notable excepción, y tal vez por ello uno de los mejores tracks del disco, es “Barricade”, canción en la que la agrupación cambia la dinámica para comenzar con una batería certera a la que le sigue la guitarra energética de Kessler y la voz casi en ruego de Paul Banks quien, si bien nunca ha sido un gran vocalista, aquí logra un estilo que de alguna manera complementa y levanta el ritmo de la canción, a pesar de su notoria falta de habilidad para alcanzar las notas altas.
El dinamismo sin embargo termina con el fin de esta canción, pues la banda regresa al sonido OLTA con los primeros acordes de sintetizador en “Always Malaise (The Man I Am)”, tema que no termina de amarrar pues en él prácticamente desaparecen las cualidades de la banda (la guitarra) y se muestran en todo su esplendor sus defectos, como la sobresaturación de la voz y sus arreglos grandilocuentes. Un tema un poco más primitivo pero con los mismos resultados es “Safe Without”, en el que se combinan las repeticiones de la guitarra y la voz con pésimos resultados.
Afortunadamente llega al rescate “Try it On”. Aquí el eco es producido no por la guitarra sino por el piano, en una introducción obscura pero al mismo tiempo calurosa que poco a poco te va llevando hasta el verdadero arranque de la canción, cuando la guitarra se une, el ritmo aumenta y de pronto te encuentras moviendo los pies y la cabeza al compás de la música y de una de las mejores canciones de la producción.
De nuevo bajamos el ritmo con “All of The Ways”, un tema tipo “The Lighthouse”, sostenido por la cacofonía de la guitarra y la voz de Banks que parece sufrir mientras nos platica de un inesperado triángulo amoroso. Aquí abro otra pausa para hablar de otra de las particularidades de este disco, las letras de Banks.
Personalmente siempre he creído que sus letras son uno de los puntos más débiles de la banda, pues en muchos casos son pretenciosas y sin transfondo, ocultas tras una capa de misterio y ambigüedad que no es suficiente para disfrazar las rimas estúpidas.
Sin embargo, es cierto que este misterio ha sido poco a poco abandonado en favor de una expresión más directa, que en este disco sorprende en temas como “Try It On” en el que el cantante le ruega a su amante “por favor explora la resistencia de mi amor, y quédate, quédate (please explor my love`s endurance and stay, stay);o “Summer Well”, en el que repite la tónica del amor abandonado rogándole a su amante que permanezca a su lado. Claro que también hay versos bastante mal hechos, pero en general es un hecho que Banks ha mejorado tanto en sus letras como en sus vocales, pues ahora se notan mucho más fuertes y diversas.
El disco termina con “The Undoing”, un tema de acordes hipnotizantes y más ligeros que poco a poco van creciendo auxiliados por coros, sintetizadores e incluso algunos metales ampulosos y en perfecta combinación, aunque con la desafortunada inclusión de un par de líneas en español sin el más mínimo sentido.
En resumen, Interpol ha logrado recuperar el sabor obscuro y primitivo de sus primeros discos, creando un álbum de notables influencias thecurescas, ritmos finos y guitarras estridentes, mucho más poderoso que su antecesor y en el que armoniza con perfecto equilibrio la grandilocuencia orquestal de su última placa.
Un álbum contenido con contados sencillos radiales y una experimentación a la medida de unos músicos lo bastante talentosos para crear buenas canciones pop, aunque no lo suficiente para salir cien por ciento librados del encuentro.
Y es que, a pesar de todo, uno se queda con la sensación de que algo le falta a este disco, tal vez la contundencia de un bajo o un número menor de capas, una interpretación más inmediata. De hecho, creo que es obvio que Carlos Dengler ya no se sentía parte del grupo, pues aunque hay flashazos de arreglos orquestales y uno que otro de su bajo, en este trabajo no brilla como sus contrapartes ni sobresale como antaño.
También trabajan en contra de este disco las miles de capas que adornan cada uno de los temas, principalmente aquellas que contienen coros repetitivos en diferentes tesituras, pues crean un resultado por momentos rocambolesco muy alejado del acercamiento directo y sin cortapisas de sus primeras producciones.
from cucharasonica.com
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